“Estoy contento de estar aquí”. El reconocido escultor mexicano Enrique Carbajal (Camargo, 1947), mejor conocido como Sebastián, narra fragmentos de su vida ante el micrófono que se sostiene en un pedestal. El maestro está en una cafetería al oriente de Torreón. Visita la ciudad donde residen tres de sus obras monumentales: El Torreón Rojo, El Vuelo del Halcón y La Puerta de Torreón.
Rodeado de pequeñas réplicas de otras obras suyas, como El Limonero de Tecomán, emite una breve pero sustanciosa plática ante comensales, miembros del gremio cultural lagunero y autoridades municipales.
“En Torreón hice muchos amigos y construí una de las mejores y logradas esculturas mías en el mundo, que es La Puerta de Torreón. Esa Puerta de Torreón, no sé si ustedes sepan, pero está publicada por todo el mundo y me ha dado mucho reconocimiento, aparte de lo que me dio aquí”.
Como buen camarguense, a Sebastián le inspira Siqueiros y tiene el alma forjada en amalgamas de raíces culturales y geometría. Su genio autodidacta habita en más de 200 esculturas repartidas por las ciudades más importantes del mundo. Para él, las calles son galerías con vena democrática, pues permiten que todo público tenga contacto con el arte, por eso aboga para que los monumentos históricos se conserven y no se destruyan.
“Tengo una suerte de haber hecho obra monumental por todo el mundo y haberla hecho en la calle. Yo soy callejero, escultor callejero. Soy verdaderamente público y democrático al poner obras monumentales en la calle que todo mundo puede ver y a las que todo mundo tiene acceso sin gastar dinero para entrar a algún museo. Eso es fundamental, es un gran logro que he tenido en mi carrera”.
Sus anécdotas se juntan en el aire junto al aroma de los expresos, capuchinos y americanos. Entonces termina su discurso y retorna a su mesa. El músico J. Valle se ambienta con la sonoridad que emana de su caja de ritmos. Sebastián, asiente, accede a entregarle unos minutos a la grabadora. Se acomoda en la silla cubierto por un abrigo oscuro y abre otra puerta, la de su historia. “Tú me preguntas, yo te contesto”.
´¿Cuál es el primer contacto que tuvo con la escultura en Camargo?
No es con la escultura, es con el arte… con las artes plásticas. Hay mucha influencia en Camargo. Ahí nació Siqueiros, ya eso es magnífico, ¿no? Pero es arma de dos filos, porque tienes que responder a esa grandeza y te sirve mucho como primera intención para tratar de hacer algo grande, como lo hizo Siqueiros. Para mí pesó mucho, pero fue fundamental. Yo pensé: “Ser pintor de Camargo ya es Siqueiros, entonces tengo que ir por el camino de la escultura”. Y sí, me dediqué a hacer escultura un poco pensando en esa idea: “Debo ser el gran escultor como Siqueiros fue el gran pintor y ser internacional, moverme y dejar obra mía por todo el mundo”. Y poco a poco lo fui logrando, lo fui consolidando y, actualmente, hay obra mía en muchos lugares del mundo.
´En ocasiones el arte se aborda desde un punto de vista filosófico, pero el suyo también es habitado por la geometría, ¿cómo se relaciona con ella?
Es que la geometría, las matemáticas y la ciencia, son también parte fundamental del espíritu y la creación humana, y se vuelven también filosofía. Están tan íntimamente ligadas que yo las tomé como medio para llegar a mi fin plástico y hacer, de modelos matemáticos, modelos escultóricos. Esa era y ha sido siempre mi intención. La pasión y el amor a la ciencia ha estado siempre. No soy ni matemático, ni geómetra, ni arquitecto, ni diseñador, pero he hecho todo. Eso me llena, porque mi formación es autodidacta.
Cuando empieza en el tema de la escultura y pretende que sus obras habiten en un entorno urbano, ¿qué tanto le influenció haber leído cómo eran los monumentos en las civilizaciones antiguas?
A mí me influenció la historia del arte de todos los tiempos, desde las cavernas. El hombre sacó desde las cavernas los arcos, las puertas y las columnas. Aprendió a construir después de observar las cavernas y aparecieron, primero, los dólmenes, los menires, piezas monumentales ancestrales. Eso es una formación y una educación para un escultor monumental urbano.
´Para usted, ¿qué representa que la escultura de un artista se convierta en símbolo de una ciudad? Pongo de ejemplo su Antorcha de la Amistad que citó en la plática, ubicada en San Antonio, Texas.
Eso es la condición, es el logro que debe tener una escultura que está en un lugar público y urbano: apropiarse del espacio y convertirse en ícono de los pobladores de ese espacio. Cuando surge de la raíz de ese espacio y de esas personas que lo viven, es más fuerte y más profundo. Creo que en todos los lugares que he puesto esculturas, se ha dado eso, se ha dado que voy a la raíz y represento, entonces el público se las apropia. Eso fue lo que pasó en San Antonio, con la Puerta de la Isla de Santa Elena en Montreal, la Puerta de Cihuahua, el Caballito en México, el Tsuru en Kadoma o el Arco Fénix en Sakai. En muchos lugares del mundo hay íconos que ya se apropiaron de su lugar a nivel urbano.
´¿Cuáles son los primeros puntos a estudiar cuando le comisionan un proyecto, para comenzar a dialogar con el entorno urbano?
Lo que pido siempre es que me den un tema y que me den información de lo más antiguo, de lo ancestral de esa región y de esa zona, de la raíz cultural profunda. De ahí se encuentra el símbolo, de ahí sale. Es un poco como ponerles un espejo a imagen y semejanza de ellos, para que se vean. Entonces, ya es más fácil diseñar en mi personalidad geométrica, matemática y escultórica.
´Usted tiene tres esculturas monumentales en esta ciudad, pero la más icónica de ellas es La Puerta de Torreón…
Por la dimensión, por el logro, por el lugar en donde está, por lo que significa, por el tema, por todo, ¿no?
´¿Podría hablarnos sobre el proceso de esta escultura?
Bueno, me pidieron un símbolo de Torreón. Pregunté para qué me dieran información sobre la fundación de Torreón y entendí que los primeros pobladores, los pioneros, sembraban trigo, que fue lo primero que hizo surgir a Torreón. Entonces, esa puesta se constituye por dos espigas de trigo que se elevan con sus granos y, las espigas que mueve el viento, se movieron de tal manera que se casaron e hicieron el arco. Y eso es todo. Lo que pasa es que tiene tantos granos de trigo en uno y otro lado que hacen a todos los municipios de Coahuila. Es un poco ese símbolo primigenio de lo que formó a esta ciudad.
´Comentaba que La Puerta de Torreón le ha dado reconocimiento incluso fuera del país.
Sí, lo que pasa es que todas mis esculturas monumentales se publican mucho en el mundo como ejemplos, y salen en portadas, en revistas, me provocan entrevistas y buenos comentarios. Entonces, esta la publican mucho, como La Puerta de Monterrey o el Caballito de Ciudad de México, etcétera.
´¿Qué opina sobre el papel que se da a las esculturas y monumentos históricos en el entorno urbano, dentro de esta actualidad tan volátil?
Se han cometido muchos errores, sobre todo en la Ciudad de México, de cambiar monumentos a la ligera, de destruir la raíz y la tradición mexicana, de la escultura mexicana. Yo creo que hay que conservar y no destruir. El arte no es política, el arte es obra de arte de diferentes momentos y diferentes tiempos, y simboliza diferentes cosas. Uno no puede destruir lo que nos ha formado, lo que es nuestra tradición, nuestra raíz y, si tú quieres, momentos en los que muchos no estamos de acuerdo desde el punto de vista político, pero son obras de arte de autores muy reconocidos que son nuestro patrimonio cultural. No se pueden destruir. Por ejemplo, como un faraón en Egipto, que porque no le cayó mal un faraón anterior, pide que le destruyan toda su imagen. Imagínate cuántas obras maravillosas de arte, en afanes de esa política, se han destruido.
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